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Ideario de la Institución

INTRODUCCIÓN

 

“La Escuela Católica, por fidelidad a la misión recibida de Cristo en la Iglesia, debe asumir la clara identificación evangelizadora, es decir, la dedicación a una definida acción pastoral – educativa cuyo fundamento es el Señor. El cumplimiento de esta misión exige de parte de la Escuela Católica, una incesante predisposición a mejorar tanto la calidad pedagógica como la profundidad del testimonio evangelizador. La síntesis será entre fe y cultura, fe y ciencia, entre fe y vida”. (Educación y Proyecto de Vida   -135-)

  1. MARCO REFERENCIAL DOCTRINAL

 

   I. Educar en la Iglesia

 

      A. Educar:

a. Es favorecer el desarrollo recto de todas  las dimensiones  de la persona humana (bio-psico espirituales y sociales) para que sea capaz de actuar de tal modo que alcance su fin último.[1]

 

b. La Revelación  nos  permite  comprender  e  intentar  la  tarea  de la educación  en  un  sentido  concreto  al  iluminar  la  realidad  de  la  naturaleza humana[2] herida por el pecado y llamada a ser sanada y elevada por la Gracia.

c. Así, el fin de la educación católica es cooperar con la misión de la Iglesia en la obra de la redención; pues sólo por la participación de la Vida Divina le será realmente posible al hombre alcanzar la plenitud dinámica personal –que se sintetiza en el ideal de santidad- que le permitirá con su quehacer temporal encarnar en el mundo los valores evangélicos y en definitiva ganar la vida eterna.

 

La Santísima Virgen María, una de cuyas advocaciones identifica al Instituto, se constituye en modelo de esta tarea que une en una única finalidad el desarrollo natural y sobrenatural de la persona.

 

      B. Iglesia:

 

a. Evangelización y Pastoral: la Iglesia, comunidad santa, tiene como uno de sus oficios principales predicar el Evangelio, que consiste en proclamar a todos por su acción pastoral el gozoso anuncio de la Salvación; de engendrar con el bautismo nuevas criaturas en Cristo.

 

b. Catequesis: es el oficio complementario de la evangelización, el de educar a través de la Revelación y el Magisterio de la Iglesia, para que los cristianos vivan concientemente como hijos de Dios, ayudándolos a madurar la fe inicial mediante el conocimiento.

 

La enseñanza escolar de la religión se encuadra en la misión evangelizadora de la Iglesia. Es diferente y complementaria a la catequesis en la parroquia y a otras actividades, como la educación cristiana familiar o las iniciativas de formación permanente de los fieles. Además del diferente ámbito donde cada una es impartida, son diferentes las finalidades que se proponen: la catequesis se propone promover la adhesión personal a Cristo y la maduración de la vida cristiana en sus diferentes aspectos (Cf. Congregación para el Clero, Directorio general para la catequesis [DGC], 15 de agosto de 1997, nn. 80-87); la enseñanza escolar de la religión transmite a los alumnos los conocimientos sobre la identidad del cristianismo y de la vida cristiana. (Carta Circular N. 520/2009 sobre la Enseñanza de la Religión en la Escuela. Roma, 5 de Mayo de 2009).

 

   II. Escuela Católica

 

La escuela católica no es una simple categoría sociológica, sino que es sobre todo realidad teológica.

IDENTIDAD: Tiene una identidad bien definida a partir del Concilio Vaticano II. Posee todos los elementos que le permite ser reconocida, no sólo como medio privilegiado para hacer presente a la Iglesia en la sociedad, sino también como verdadero y particular sujeto eclesial.

Ella misma es, pues, lugar de evangelización, de auténtico apostolado, de aprendizaje doctrinario y de acción pastoral; no en virtud de actividades complementarias, paralelas o paraescolares, sino por la naturaleza misma de su misión; directamente dirigida a formar la personalidad cristiana mediante la acción cotidiana de cada uno de sus docentes y de el personal que realiza diferentes tareas en ese ámbito.

La Escuela Católica tiene como finalidad el entronque personal de todo el ser con la persona de Cristo, siendo así “la acción educadora orienta al alumno hacia una opción consciente de vivir responsable y coherentemente la vida”. La educación religiosa escolar debe ser impartida “de manera explícita y sistemática”. Su contenido central es “enseñar la doctrina evangélica tal como es trasmitida por la Iglesia Católica” (Congregación para la Educación Católica, 1977).

Nos llamamos Escuela Católica porque somos una escuela de católicos, para católicos  o para quienes quieran serlo,  acercándose a Dios a través de la Palabra de Cristo.[3]

 

   2. SER CATÓLICO EDUCANDO

a. Como católicos abiertos a los signos de los tiempos, encontramos en la Educación un desafío para nuestra vida.

b. La Santísima Virgen María  es modelo y fuente de nuestra familia educativa.

En Ella  encontramos un espíritu de estima, de obediencia, de amor al prójimo, de piedad, humildad, laboriosidad, pobreza y santidad que nos motiva en la tarea.

c. Siendo consecuentes con nuestro ideario, nuestra opción preferencial por los que están más “lejos socialmente” incluye una opción preferencial por los medios para que los hombres salgan de su pobreza material mediante la incorporación de la espiritualidad, y uno de los medios privilegiados para ello es la Educación Católica.

d. Queremos ayudar a las personas a ser libres con el fin de que puedan convertirse en hombres y mujeres socialmente integrados[4]; considerando la aventura más emocionante de la vida, encontrar la verdad a través de Cristo Maestro. Necesitamos para ello perseverancia, paciencia, abnegación, disciplina y ejemplaridad.

 

  3. VALORES A VIVIR EN NUESTRA COMUNIDAD EDUCATIVA

 

  I

Crear un ambiente físico y espiritual que nos ayude a vivir este Ideario.

 

La forma de vivir esos valores pasa inevitablemente por:

 

a. Ambiente físico: presencia de signos religiosos y acción del Capellán como administrador de los Sacramentos.

b. Centralidad de la presencia real de Cristo y de su Madre, la Virgen María.

c. Vida sacramental como fuente de vida escolar.

d. Oración en la vida escolar, como el momento más solemne e importante de la actividad diaria.

e. La disciplina desde la caridad evangélica y los mandamientos.

f. La actividad apostólica como fruto de la vivencia propuesta.

  II

Nuestros docentes serán signos de vida cristiana integrados en la actividad sacramental, orante y apostólica, con conductas y comportamientos que transmitan ejemplaridad desde su vida como adultos.

 

El docente es un profesional comprometido con el conocimiento, que actúa con estrategias y herramientas que le son propias a la labor, que investiga y experimenta, que utiliza el conocimiento para comprender los términos de la situación del contexto, enseñando a través de la  visión cristiana de los valores encarnados en virtudes.

 

La profesionalidad docente tiene como fundamentos: la competencia,  la vocación,  la independencia y la autorregulación.

 

Sostenemos una educación en la que el docente sea un profesional que:

 

- Se considere a sí mismo, no sólo como mero transmisor de conocimientos, sino como un auténtico modelo ético, estético, evangelizador y educador, capaz de suscitar en los alumnos un proceso de aprendizaje que despierte el amor por la vida cristiana y el gusto por la contemplación de cuanto le rodea, estimulando el conocimiento de la realidad y alentando su sentido crítico como autodefensa frente a todo dogmatismo.

 

- Trabaje con el conocimiento, destrezas, habilidades, actitudes y valores, tendientes no sólo a la construcción de conocimientos sino también a favorecer los procesos de

  aprendizaje y su fortalecimiento espiritual.

 

- Se inspire en los valores cristianos para la transformación de las estructuras sociales y su propio desarrollo.

 

- Investigue y elabore nuevas estrategias pedagógicas para el logro eficaz del quehacer educativo, teniendo en cuenta el ambiente y el entorno  institucional.

 

“Ningún maestro educa sin saber para que educa y hacia donde educa.

 El maestro cristiano  considerado  como  sujeto  eclesial,  evangeliza,  catequiza  y       educa cristianamente” (Sto. Domingo, 265).

_________________________

[1] El respeto a la vida humana desde el momento de la concepción es un valor innegociable de este ideario, siguiendo no solamente el Magisterio de la Iglesia, sino también el orden natural.

[2]  Cfr. Catecismo de la Iglesia Católica, 380ss. "A imagen tuya creaste al hombre y le encomendaste el universo entero, para que, sirviéndote sólo a ti, su Creador, dominara todo lo creado"  El hombre es predestinado a reproducir la imagen del Hijo de Dios hecho hombre —"imagen del Dios invisible" (Col 1,15)—, para que Cristo sea el primogénito de una multitud de hermanos y de hermanas (cf. Ef 1,3-6; Rm 8,29). El hombre es "una unidad de cuerpo y alma" (GS 14,1). La doctrina de la fe afirma que el alma espiritual e inmortal es creada de forma inmediata [desde el momento de la concepción] por Dios. 

[3] Esto implica que los padres, primeros responsables de la educación de sus hijos, adhieran a las enseñanzas de la Iglesia y confíen en la fidelidad de nuestra Institución a las mismas. No es  conveniente nunca que los padres confíen sus hijos a una escuela cuyo ideario no comparten, ni es positivo para nuestra Institución el tener padres o alumnos que concuerden con él.

[4] Como en múltiples ocasiones señaló el Papa Francisco en comunión con todo el Magisterio, consideramos la ideología de género como incompatible con el pensamiento cristiano: “la reciente hipótesis de reapertura del camino para la dignidad de la persona neutralizando radicalmente la diferencia sexual y por lo tanto el acuerdo del hombre y la mujer no es justa”. "Dios creó al hombre a su imagen, a imagen de Dios lo creó, hombre y mujer los creó" (Gn 1,27). Cfr. https://www.aciprensa.com/noticias/5-advertencias-del-papa-francisco-sobre-la-ideologia-de-genero-33215

© 2018 Instituto María Madre Nuestra

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